22 sept 2012

Arriesguemos


Madrid, 25 de Abril de 2012. Semifinales de la Liga de Campeones. Sergio Ramos falla de forma garrafal, e incluso algo cómica, el penalty decisivo que metía al Real Madrid, diez años después, en una final de la máxima competición de fútbol europea. A partir de ese día, se convierte en el blanco de las mofas de todo un país, e incluso, fuera de las fronteras de este. Es el poder de las redes sociales.

Donetsk, 27 de Junio de 2012. Estamos de nuevo en unas semifinales, en este caso las de la Eurocopa. España o Portugal están a un paso de conseguir una plaza en la final. Dos meses y dos días después, la historia se repite. Sergio Ramos lanza el cuarto penalty y... vuelve a convertirse en el blanco -o Trending Topic como lo llaman- en las redes sociales. Pero esta vez, por algo totalmente contrario a lo sucedido en Madrid. Algunos, los más arriesgados, llegan a catalogarlo como el mejor penalty de la historia...

Bien seamos ches, culés, merengues, leones, colchoneros o simplemente se pase del fútbol, hay algo que no podemos dejar de reconocer y de admirar en las situaciones anteriores. A Sergio Ramos le gusta su trabajo, disfruta con lo que hace, y por ello, es capaz de tomar una responsabilidad y llevarla a cabo hasta el final, asumiendo sus posibles consecuencias. Podrá equivocarse o acertar. Podrá ser criticado o aplaudido.

Y eso, es aplicable a nosotros, como docentes, y cualquier otra persona con cualquier otra profesión. TODOS, a lo largo de nuestra vida, nos equivocaremos algunas veces y otras, por el contrario, acertaremos. Hemos de ser conscientes también que, por regla general, al equivocarnos, el grado de críticas será proporcional al grado de nuestra equivocación. Siempre que nos equivoquemos, habrá gente que nos criticará -en clase, en el trabajo, a la hora de hacer prácticas...- Pero ello, no puede ser un motivo que nos lleve a no arriesgar. No puede cohibirnos. Hemos de tener seguridad en nosotros y en lo que hacemos. Estar seguros de nuestra idea. Arriesgar. Y si caemos o tropezamos, tomémonos un tiempo para resarcirnos y seguir adelante, pero sin miedo y sobre todo sin perder la ilusión. Cualquier acto que llevemos a cabo sin ilusión, es un acto insustancial. Y no podemos basar nuestro día a día en una acumulación de actos que nos resulten intrascendentes y poco motivadores. Es cierto que pasaremos por distintas etapas y distintas rachas a lo largo de nuestra vida. Podremos estar más contentos o más tristes. Más eufóricos o más apagados. Pero siempre tendremos unas obligaciones que cumplir. Unas obligaciones que son independientes a nuestro estado de ánimo. Así es que, ¿Por qué no intentar poner al tiempo buena cara y llevarlas a cabo lo mejor que podamos?. En definitiva, que las adversidades del tiempo no maten nuestra ilusión. Que se note que somos profesionales de nuestro trabajo. Mas hoy en día, donde mucha gente se cree cualificada o apta para encargarse de la educación de un tercero. Bien es cierto que quizá, eso de educar, sea más factible a ojos de la sociedad que, por ejemplo, desarrollar actividades de un ingeniero o un arquitecto, como puede ser diseñar un puente de varios kilómetros. Demostremos que a pesar de ello, somos tan profesionales como cualquier otro graduado. Presentamos conocimientos y actitudes de las que ellos carecen. Tenemos profesionalidad. Demostremos que somos tan aptos como cualquiera. Que estamos preparados, ya no solo a nivel de conocimientos sino también a nivel de creatividad, de reacción, de respuesta, etc. Demostremos que somos aptos en actitud y en preparación.

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